Puebla 14 2005.
A quien corresponda:
Unos segundos solamente para interrupir su apretada agenda. Me estoy permitiendo hacer un rápido bosquejo de Ingeborg y de su obra.
Ella ha sido una excelente colaboradora de muchos años en Carmel Marana Tha y ahora se propone fundar una obra en la misma línea en la que trabajámos en esa casa de oración. Se trata de algo muy sencillo ; crear un espacio de puro silencio, un desierto donde las personas vengan a hundir las raíces de su ser en lo único necesario. Se ofrecen eficaces pistas para que nuestros cristianos se lancen por los vastos horizontes de la contemplación silenciosa.
Así que este sitio no es para los que especulan y usan de muchas palabras para expresar el misterio de su propia y profunda existencia: ese, ¿Quién soy yo, Dios mío? Y que sólo tiene respuesta en el eco que produce nuestro propio silencio.
Hoy más que nunca, el hombre tiene necesidad de espacios verdes, oxigenados, solitarios, alejados del torbellino en el que se ve envuelta la sociedad. De vivir su propia gracia, de respirarla, de gozarla y trasmitirla luego a sus semejantes.
Para esto, damos unos discretos ejercicios para volver a saber respirar, adquirir una postura adecuada para integrar
cuerpo y espíritu. En una palabra: “despertar a sí mismo y a Dios”, justo como también aconsejaba San Juan de Ávila:”primero os miraréis vos y luego a Dios”, Sin duda, esta aparente primacía se debe a lo que también aconseja San Juan de la Cruz: “Dios no se comunica sino con el alma moderada y puesta en paz”.
Esto nos hace regresar al hogar, al centro de nosotros mismos, al origen del ser, a la libertad que nos permite sacar la cabeza de sobre las nubes, de las circunstancias, de las presiones, de los activismos etc.
Los momentos vitales son aquellos en que dejamos que el silencio nos empape como la nube bíblica y que nos permita descongestionarnos, purificarnos y volver a florecer como la rama de almendro que viera Jeremías: “para estar atentos a la palabra para cumplirla”.
Algunos actos comunes litúrgicos y sobre todo la Eucaristía reposada y contemplativa, le dan un esplendor de luz inmarcesible a nuestra pobre temporalidad.
Son momentos en los que irrumpe en nuestra vida la eternidad, la vida eterna.
No han faltado ciertas reservas entre católicos demasiados tradicionales que sospechan hasta del inocente banquito de oración, y de una saludable manera de respirar, una caminata meditativa de origen japonés pero también habituales en nuestros bellos y espaciosos claustros.
Haciendo una evaluación de los grupos, en éstos, convocados por Ingeborg, se respiraba no sólo la vitalidad de una juventud que con seriedad y disciplina deseaba reencontrar a su Iglesia, sino también otros diferentes miembros: esposos, hombres de empresa, gente sencilla que había descubierto el valor de la contemplación.
Ahora, Ingeborg, está inspirada para fundar una casa con esa mística atmósfera que se logró en Carmel Maranatha. Su obra pertenece al Laicado Carmelitano.
No obstante que Ingeborg viene de una seria tradición protestante, su amor a la Virgen nuestra Madre, la cautivó desde pequeña y ahora su pertenencia a la Iglesia Católica la ha inspirado a difundir la contemplación de acuerdo a la Mística Carmelitana.
Yo espero que ella se encuentre acogida por Ustedes. Soy religioso de la Orden del Carmen, y me encuentro ahora aquí en Puebla, precisamente en el convento y Templo del Carmen. Mi nombre es Fr. Miguel Ángel Pérez Alonso y religiosamente de la Eucaristía. Yo estoy aquí a sus órdenes.
Atentamente: Fr. Miguel Ángel Eucaristikós O.C.D.